Opinión – Resumen.cl: Pueblos indígenas, ciudades y propiedad

  1. historia RESUMEN
  1. historia RESUMEN

Fuente- Resumen.cl:  https://resumen.cl/articulos/pueblos-indigenas-ciudades-y-propiedad

A continuación, compartimos opinión, en Resumen.cl, de miembros del equipo del Grupo de Estudios Interculturales Urbanos y Territoriales (GRIUT).

 

Por: Matthew Caulkins, GRIUT, Universidad de Concepción, Concepción, Chile; Diego Benavente, GRIUT, Universidad de Concepción, Concepción, Chile; Edith Gamboa Saavedra, PhD © en Filosofía, Universidad Industrial de Santander, Bucaramanga, Colombia; Alaide Vences Estudillo, Posdoctorante Instituto de Investigaciones Sociologicas de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, México; Rolando Magaña, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social Occidente, México y Viviana Soto Yáñez, Abogada, Mg. en Derecho Público

Estando reunidos en el segundo Seminario Internacional “Descolonizando Territorios Urbanos” (DTURBii) los aquí suscritos, estudiantes, académicos y activistas sociales de Chile, México, Colombia y Japón a fines del año pasado, intercambiamos preocupaciones, experiencias y apuestas para discutir cómo la concepción dominante de propiedad construida sobre las bases del colonialismo europeo y mantenida en los ordenamientos jurídicos estatales oculta las visiones y prácticas territoriales de las poblaciones indígenas en los territorios urbanos. Presentamos aquí algunas reflexiones sobre esta temática contingente.

Pensando sobre la propiedad en territorio indígena

Vivimos todos inmersos en un mundo condicionado por las relaciones de propiedad. Sin embargo, la propiedad se presenta como algo demasiado obvio para ser interrogado, como un objeto concreto que algunos tienen y otros no (Ranganathan & Bonds, 2022).

La propiedad vista de esta forma ignora todo el peso histórico que poseen las injusticias y tretas legales que usaron los “pioneros colonos” en los diferentes estados-naciones que se constituyeron a principios del siglo XIX para dar forma a la propiedad formal en territorios indígenas. Esta idea tan rígida de la propiedad ha servido para ignorar la historia detrás del suelo que pisamos quienes vivimos o circulamos en territorio usurpado. Desconocer el pasado de esta propiedad nos aleja de entender las demandas de los que alguna vez fueron desposeídos y que buscan reivindicar parte de lo perdido. Contrario a esto, entendemos que la propiedad conlleva variadas relaciones sociales, culturales, políticas e históricas. Se construyó por medio de la violencia ejercida por los estados nacionales durante la vorágine expansionista del siglo XIX y principios del XX (Blomley, 2003), durante la cual la propiedad respaldada por la legalidad se volvió el “caballo de batalla” del aparataje estatal e ideológico de la nación dominante sobre las tierras indígenas vecinas (Correa Cabrera, 2021). Con la consagración de la propiedad sobre la tierra, se facilitó la llegada de colonos, empresas y el fisco a territorio indígena, con el fin de explotar los recursos naturales del territorio y reafirmar la soberanía sobre este.

Formas de propiedad

Las nomenclaturas de la propiedad de la tierra son múltiples, variando desde las oficiales tales como la propiedad privada, la pública y la comunitaria; pero esas nomenclaturas no dan cuenta de la totalidad de formas existentes en la práctica. Es distinta una propiedad que cobija una vivienda unifamiliar a una que alberga una cooperativa de vivienda a otra que es meramente el activo de una corporación multinacional.

Pero quizás la cuestión que más nubla la vista cuando nos acercamos a la propiedad es la persistente distinción entre lo urbano y lo rural. Las ciudades se han entendido por mucho tiempo como lugares europeos y, por tanto, no-indígenas. Esta distinción se basa en la creencia generalizada de que en las ciudades mayormente impera el derecho individual o positivo por tratarse de una población descendiente de los colonizadores mientras que los territorios rurales estarían al margen de la ley. La constante aplicación de ese pre-juicio de forma nos impide ver la existencia de relaciones de propiedad que involucran a los pueblos indígenas dentro de la urbanidad. Y cómo dicen Wensing & Porter (2016), la urbanidad extingue la posibilidad de recuperación de la propiedad para muchos pueblos indígenas. Para eso hemos pensado en algunas claves que nos pueden ayudar a ver mejor a la propiedad en sus distintas manifestaciones en las ciudades.

La propiedad en el ámbito urbano

A partir de las discusiones sobre la historia y las expresiones diversas de la propiedad, consideramos la existencia de cuatro dimensiones que permiten entender mejor la manera en que los integrantes de los pueblos indígenas se relacionan con los procesos de apropiación y formalización de la propiedad en áreas urbanas. Dichas dimensiones se refieren a los imaginarios, las prácticas, las legalidades y las violencias. Los imaginarios son una forma de representación mental (de imaginar) que tenemos de un lugar o un territorio, y esta representación puede influir en nuestra percepción y nuestra relación con ese lugar “produciendo así sentidos específicos acerca de” la ciudad (Lindón Villoria et al., 2012, p. 66). Estas formas de imaginar o ver la ciudad son importantes porque tienen consecuencias muy concretas en la medida que justifican o deslegitiman formas cotidianas de violencia. En definitiva, el imaginario dominante, cargado de violencia legalizada se antepone al imaginario indígena que intenta abrirse paso mediante las prácticas y otras herramientas de visibilización. En este sentido, la propiedad da legalidad a ciertas prácticas y deslegitima a otras. Presentamos algunos ejemplos de los distintos contextos revisados en el seminario:

Primero, están los conflictos intercomunitarios que escalaron a la violencia directa y que continúan agravándose en México, como la disputa entre el Pueblo de Tamazulapam del Espíritu Santo y San Pedro y San Pablo Ayutla en Oaxaca, no se pueden entender ni resolver sin una revisión de las alteraciones que la colonización española generó al implantar el régimen de la propiedad y que posteriormente el Estado liberal agravó, al dividir territorios y habilitarlos legalmente para hacerlos rentables. El reparto agrario que vino con la posrevolución, lejos de darle la vuelta al régimen de la propiedad capitalista, en comunidades como Jojutla, en el Estado de Morelos, la avaló, dando paso a violencia de la devastación de los recursos naturales y el reforzamiento de desigualdades estructurales. O los Mayas contemporáneos de la periferia urbana de Mérida, en el sureste de México que luchan por defenderse de la nueva ola neoliberal de despojo de sus territorios que se orquesta desde las propias instituciones agrarias haciendo uso de tecnicismos legales y negando la presencia y prácticas indígenas (Magaña, 2020).

Por otro lado, los imaginarios aparecen en el caso de la Jurisprudencia legal que declaró al Amazonas como sujeto de derechos (Corte Suprema de Justicia de Colombia, 2018). La demanda que dio origen a ello ha sido cuestionada por algunas comunidades locales por cuanto ha partido de jóvenes que no habitan en el territorio de la Amazonía y que no pertenecen a las comunidades ancestrales in situ (aunque algunos de ellos sí viven o son de allí). La alta Corte amplió el concepto o el imaginario de territorio, como amplios son los efectos de la deforestación, tema principal de la acción de tutela o amparo. Se trata de un territorio que debe ser cuidado por/para toda la humanidad y no sólo por/para las comunidades locales.

La importancia de la propiedad en terreno

Complementario a estas experiencias extranjeras en esta segunda versión del Seminario organizamos una salida a terreno que buscaba costurar distintas complejidades que nos deja la visión dominante del Área Metropolitana de Concepción, Chile, como “mera ciudad” o como, supuestamente, “lugar no-indígena”. Primero visitamos la desembocadura del río Biobío que fue, por más de 3 siglos, frontera entre colonia española y país mapuche, lugar de parlamentos, y después frontera simbólica entre regiones muy desiguales y actualmente en gran parte protegido bajo la figura legal ambigua de Santuario de la Naturaleza donde las propiedades de fundos dentro de ese Santuario son las que realmente determinan las formas de ocupación permitidas (legales), negando otras. Después nos dirigimos a la comuna de Tomé, ciudad industrial con historia indígena mapuche-lavkenche negada, donde la propiedad privada niega el acceso a ciertos lugares simbólicos en el imaginario mapuche-lavkenche como los cerros (que son de propiedad de la iglesia o de un banco). Para revertir esa invisibilización se están rescatando las toponimias originarias con el objeto de resaltar la historia indígena de esa ciudad, bajo todo el hormigón, como el lugar de la vega, los cursos de agua, las playas, etc.

A partir de las reflexiones en el seminario y el terreno creemos que es sumamente importante el rescate de las toponimias originales del territorio para así cambiar la forma de imaginar (o ver) el espacio urbano para construir una visión más justa y equitativa de este. Mediante este ejercicio, la ciudad ya no sería simplemente un lugar europeizante, sino que se puede verlo como territorio indígena. Las toponimias son también una forma de re-apropiarse del espacio de forma simbólica, reafirmando la presencia activa de mapuche-lavkenche habitando el territorio pues, “los rasgos geográficos asociados al pasado se vuelven importantes para los habitantes actuales a través de las prácticas que refuerzan los vínculos con lo ancestral” (Di Giminani, 2012, pp. 249-250, énfasis nuestro).

La salida a terreno en sí resultó una práctica muy útil para que participantes del seminario, que muchas veces vienen de contextos distintos y disciplinas, pudieran ver in situ las problemáticas, sus consecuencias y conversaran con los actores del territorio involucrados. Otra importancia del seminario radicó en su apuesta por la interdisciplinariedad para ampliar no solo el estudio de estas temáticas sino para pensar críticamente en alternativas de cambio social. De esa manera, las temáticas del seminario, motivaron a las disciplinas territoriales al uso de metodologías de estudio colaborativas para generar vínculos solidarios con los actores sociales que resisten a las violencias de las tramas de propiedad excluyente y prácticas de despojo neoliberal. Frente a ello un papel de las disciplinas académicas es convocar, según el caso, a las comunidades y a la administración pública, para generar espacios de discusión y reflexión que generen conceptos, teorías, experiencias y prácticas que permitan cambios de paradigmas en las decisiones que se tomen al respecto.

Tweet about this on TwitterShare on FacebookEmail this to someone