Por: José Delgado
Chile alberga una de las mayores reservas de agua dulce del mundo en forma de glaciares: aproximadamente el 80 % del hielo de Sudamérica. Sin embargo, como es habitual ver en los medios, estos gigantes de hielo están sufriendo una pérdida significativa de volumen a causa del cambio climático, originado por la actividad humana.
Este fenómeno preocupa a la comunidad científica, no sólo por el valor de los glaciares como recurso hídrico, sino también por su importancia para el ecosistema y su rol en la sostenibilidad del planeta. El académico FAUG, Dr. Alfonso Fernández respondió algunas preguntas sobre las problemáticas asociadas al cambio climático y su impacto sobre la criósfera.
Según el académico y Dr., desde aproximadamente mediados de los años ochenta, en Chile se ha detectado una acelerada pérdida de volumen en los glaciares, lo que ha derivado en dos situaciones: el retroceso de los cuerpos de hielo y su fragmentación.
Aunque la superficie de hielo es menor que la de hace 15 años, la masa no se pierde de manera uniforme, es decir, existe una correlación entre la pérdida de masa y el número de glaciares, que actualmente es de aproximadamente 26.000, según la última actualización del Inventario Público de Glaciares (IPG), a cargo de la Dirección General de Aguas.
En palabras del Dr. Alonso Fernández, “el retroceso de los glaciares no sólo afecta a los cuerpos de hielo, sino también a los ecosistemas que dependen de ellos”. La flora y fauna asociadas a estos ambientes gélidos se ven obligadas a desplazarse o a crecer en zonas más altas, sin embargo, a medida que se asciende en altitud, el espacio que ofrecen las montañas es menor, lo que genera una competencia creciente por los recursos y obliga a las especies a interactuar entre sí. Esto culmina en la superposición de territorios y la alteración de las redes tróficas.
Glaciares como recurso y fuente hídrica
Los glaciares actúan como una reserva estratégica que permite mantener un caudal constante en los ríos. En algunas cuencas chilenas, los glaciares pueden aportar entre el 50 % y el 90 % del agua disponible durante la temporada seca. Esto, según el informe “Glaciares en Chile semiárido: cambio climático, minería y seguridad hídrica” realizado por Chile Sustentable, el año 2016. La pérdida de estos cuerpos de hielo no solo afectaría la disponibilidad de agua dulce para el consumo humano y agrícola, sino que también podría interrumpir y perjudicar la generación de energía hidroeléctrica.
Negacionismo frente a la evidencia científica
Aunque en otros países, como Estados Unidos y algunas partes de Europa, existe una resistencia más notoria frente al cambio climático, en Chile el negacionismo no ha ganado gran terreno. La evidencia es clara: tanto los registros históricos como las comparaciones satelitales modernas muestran que los glaciares han perdido una cantidad considerable de masa en las últimas décadas. La comunidad científica ha logrado capturar y analizar imágenes y datos que confirman este retroceso, dejando poco margen para la duda.
Una ley en discusión
Chile ha avanzado en la discusión sobre la protección de los glaciares, siendo uno de los pocos países que, aunque aún no cuenta con una ley específica, ha iniciado debates pioneros sobre este tema. Argentina, por ejemplo, ya tiene una ley de protección de glaciares, y Chile sigue su ejemplo con propuestas similares, aunque los avances legislativos se han estancado durante más de dos décadas. La principal barrera radica en la definición de los límites de protección y en las decisiones políticas necesarias para proteger tanto los glaciares como los ecosistemas circundantes.
La importancia de esta ley no sólo reside en la protección del hielo en sí, sino también en la conservación de los ambientes adyacentes que dependen directamente de los glaciares. La comunidad científica chilena desempeña un papel clave en estas discusiones, buscando un equilibrio entre la preservación del medio ambiente y las necesidades del desarrollo humano.
El futuro del monitoreo glaciar
En cuanto a los métodos de monitoreo, el académico mencionó que la tecnología ha avanzado considerablemente en las últimas décadas: “Hoy en día, los satélites permiten obtener datos precisos sobre los cambios en la elevación y el volumen de los glaciares a lo largo del tiempo”. Estos avances permiten a los científicos cuantificar las pérdidas de masa y evaluar el impacto del cambio climático de manera mucho más eficiente que en el pasado, cuando se dependía exclusivamente de métodos manuales en terreno.